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Superman - Capítulo 11

Al encuentro del mañana La vieja camioneta de estacas parqueó frente a la casa de los Kent. El polvo que levantó en su camino desde la entrada a la granja se disipó rápidamente gracias a la fresca brisa que soplaba esa tarde de otoño, en vísperas del inicio de la temporada de invierno. Un hombre mayor con un sombrero adornado con plumas en su cabeza y collares artesanales al cuello bajó del lado del conductor y un niño atribulado de escasos nueve años hizo lo propio del lado del pasajero, con la mirada fija en el suelo a sus pies. “No te preocupes, Naman . Todo va a estar bien”, dijo el hombre mientras acompañaba al niño hasta la casa, donde Jonathan y Martha esperaban. Salieron al portón tan pronto escucharon la camioneta acercarse. Una llamada por teléfono recibida minutos antes les avisó que su hijo iba camino de regreso en compañía del señor Willowbrook, reconocido jefe del resguardo indígena Kawatche y viejo amigo de la familia Kent. “Gracias por traerlo a casa, Joseph”, dij
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Es cosa del destino

La mañana era fría, gris. Una mañana propia de invierno aun cuando se suponía que era verano. El ambiente invitaba a la melancolía o a la depresión, cualquiera de ellas. La afortunada sería la que primero lo alcanzara, mientras caminaba con paso apurado desde el paradero de bus hasta la oficina. Ese no sería un trayecto largo si se le midiera en línea recta, pero no es esa usualmente la distancia más cercana entre dos puntos, especialmente cuando hay una autopista de múltiples carriles de por medio. Un puente peatonal sobre la autopista resultaba ser la única forma segura de salvar semejante obstáculo, lo que aumentaba considerablemente la distancia a recorrer, tanto por la extensa rampa de acceso, como por la diagonal que trazaba de un extremo al otro. Caminó hacia el puente sin aminorar el paso, el mismo paso acelerado con que atacaba toda distancia que lo separara de su meta de turno. Esa era su rutina de cada día. Este, sin embargo, no sería un día como cualquier otro. El destino s

Escritubre Día 8

El cerrajero gruñón que soñaba con saltamontes bailarines Jadeaba sin aliento, sus pies tropezaban con todo a su paso en su desespero por alejarse de la música pero sin importar hacía donde corriera, el estruendo de las gaitas y los tambores parecía rodearlo. Cansado, se acurrucó en el piso suplicando que la noche le sirviera de cobertura. Cerró los ojos y contuvo la respiración hasta no aguantar más. Entonces, tal como ocurriera otras muchas veces, al abrir los ojos estaban allí, a su alrededor, bailando al son de la música que inundaba el claro. Miles y miles de saltamontes se contorsionaban al son de esa música estruendosa. Furioso, se puso de pie y sin cuestionarse de dónde salió, tomó un lanzallamas. Apretó el gatillo y una llamarada brotó de la boca de aquel instrumento de destrucción, chamuscando a unos cuantos cientos de bichos. La música cesó, los saltamontes dejaron de bailar, chillaron al unisono y se le abalanzaron encima, cubriéndolo, mordiendo y sofocándolo hasta... desp

Escritubre Día 7

Todo por ese pequeño detalle Viernes por la mañana. Andrea estacionó su auto compacto amarillo y bajó para acercarse a la reja enorme que cubría el portal de entrada. A menos que estuviera relacionado con iglesias o salones de recepción, siendo una recién llegada a la ciudad desconocía la historia detrás de muchos de los lugares que pudieran considerarse “icónicos” y este tenía toda la pinta de ser uno de esos. Alta como para rozar las ramas de los árboles sembrados a cada lado y ancha lo suficiente como para permitir el paso de dos vehículos si fuera necesario, servía a su dual propósito de mantener fuera a los indeseados y protegidos a quienes estuvieran dentro. A la derecha, sostenido por un poste de metal, estaba una caja cerrada de donde provino una voz áspera. “¿Qué se le ofrece?”, preguntó. “Soy la planificadora de bodas, la wedding planner . Tengo una cita con…” La reja comenzó a abrirse antes que terminara su presentación. Andrea regresó a su auto y tan pronto cruzó por e

Escritubre Día 20

¿Y después qué? Relato inspirado en algo del estilo y la temática del cuento Las moscas publicado en 1935 como parte de la colección de cuentos Más allá , autoría de Horacio Quiroga , cuentista, dramaturgo y poeta uruguayo. Cierra los ojos, podría jurar que siente la blusa moverse agitada al ritmo del bum-bum-bum de su corazón. La hora se acerca, lo sabe. La oscuridad la rodea en este pequeño rincón donde reposa mientras espera ese llamado final. ¿Era pánico lo que sentía? Desde los 4 años, cuando se montó por primera vez en unos patines, aprendió a domar a esa bestia llamada miedo, a no congelarse ante los imposibles que encontraba en su camino. Pero esto, esto era algo diferente. Cierra los ojos aún con más fuerza deseando que todo termine ya, que el momento pase y poder finalmente descansar. ¿No era acaso eso todo lo que Hamlet pedía? “Morir, dormir, tal vez soñar”. Soñar… Cuando terminó la universidad tuvo muchas opciones para ejercer su carrera, convertirse en una profesion

Escritubre Día 13

El mensaje El estilo narrativo de este cuento está inspirado en el de “Macario”, uno de los 17 relatos que forman parte del libro El llano en llamas , del escritor, guionista y fotógrafo mexicano Juan Rulfo y publicado originalmente por allá en 1953. Llegué a casa temprano. No estaba en el colegio, andaba jugando Monopoly en casa de Miguel y Gabriela. Hoy no tuvimos clases, al igual que muchos adultos tampoco tuvieron que trabajar, excepto quizás por aquellos con tareas indispensables como los médicos, los panaderos o los policías, al menos eso creo. Al entrar en la sala encontré a mis padres sentados frente al televisor e imagino que en ese momento, otros ocho mil millones de personas estarán haciendo lo mismo alrededor del planeta, incluso en China, donde a esta misma hora ya debe ser medianoche. No es para menos, todos estamos a la expectativa de lo que ocurrirá allá en Cabo Cañaveral, ese pedacito de tierra en Estados Unidos desde donde están transmitiendo imagen en vivo. “Y

Escritubre Día 12

Playlist La ex-señorita no ha decidido qué hacer. Fue tu inocencia joven mujer al dejarte convencer y el consejo que tu madre te dio un día no supiste obedecer. Ay! Es el dolor que había en su vientre, un niño estaba presente. Y en sus cartas me decía que alguien perdería la vida. Y tristemente me escribió así: “Porque lo vine a conocer, señor, cuando su vida toda de ella es. Si primero lo hubiera visto yo seguramente fuera su mujer”. Tú, que has sido su amiga, su amiga fiel, debes saber y entender el porqué de aquella decisión. Yo vivía atado a otra relación, era mejor el adiós, que por mí conociera la desilusión. Amiga ella y yo, teníamos claro que era una locura esta relación, pero la carne nos llamaba y la cama nos hacia una invitación a solo hacer el amor. Y aunque me este muriendo por tenerla y su actitud me de la aceptación, no olvides que hay un hijo ya en su senda que no merece una afrenta ni mala reputación. “Yo sé que estas arrepentido y duele, pero ya no eres nadi