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Superman - Capítulo 3 (adicional)

La conspiración

“¿Estás seguro que hacemos lo correcto?”, preguntó Vond-Ah.

Al-Cen tomó el último trago de su copa y sonrió a la Concejal, que desde el otro extremo de la sala de estar lo observaba. La voz de Vond-Ah ya no sonaba tan certera ni convincente como lo había estado horas antes durante la reunión del Consejo, cuando refutó las alarmantes conclusiones de los hallazgos presentados por Jor-El.

“Querida mía, este es el único camino. Si el Consejo supiera la verdad, nuestras probabilidades de éxito se reducirían dramáticamente”.

La sala de estar era amplia, sobria y carente de adornos innecesarios, como lo eran todas las casas kryptonianas. Esta era una civilización en la que no tenían cabida artículos de nostalgia que ocuparan un espacio innecesario. Todo lo que estaba alrededor servía a algún propósito funcional claramente definido, especialmente los droides flotantes, que cumplían labores varias, entre ellas, las de asistencia domestica.

“¿Puedo recoger su copa, señor?”, preguntó el droide acercándose al Concejal.

Al-Cen entregó su copa y el droide se retiró. El joven Concejal se reacomodó en el sofá y con un gesto, llamó a su anfitriona para que se acercara un poco más.

“Lo que alcanza a preocuparme es la diferencia de tiempo entre tus cálculos y los de Jor-El. ¿Estás segura que contamos con 60 días y no los 30 que anunciara Jor-El en la reunión de esta tarde?”.

Vond-Ah se acercó tímidamente y se sentó en el sofá, a una distancia prudente para no invadir el espacio personal de su invitado o mejor aún, para que este no invadiera el de ella.

“Jor-El es bueno, pero no es infalible. Non y yo descubrimos una falla en sus cálculos. Como dije antes, no consideró en sus ecuaciones el cambio de órbita de este planeta”.

“Bien, entonces tenemos tiempo suficiente”, replicó Al-Cen. “En menos de una semana, dos a lo sumo, tendremos la vacuna que nos permitirá superar la amenaza de la muerte verde, de forma que podamos evacuar seguramente este planeta”.

La muerte verde era el nombre con el que la población bautizó aquella enfermedad que acabara con la vida de los exploradores kryptonianos y otro tanto número de convictos, en sus viajes al espacio. Científicos de todo el planeta buscaron durante años el origen de tal enfermedad y su posible cura, incluso Jor-El en su juventud había formado parte de un grupo fundado por el Consejo de Ciencias con sede en las afueras de Argo, dedicado a investigar y desarrollar una vacuna que previniera los efectos mortales de dicha enfermedad. Una vez se convenció que tal empresa era inútil y que no existía cura posible, Jor-El los abandonó y con su partida, el grupo fue oficialmente clausurado por el Consejo de Ciencias. Unos cuantos de sus investigadores liderados por Mannek, quizás el mejor genetista que ha tenido Krypton en años recientes, decidieron seguir el trabajo por su propia cuenta y contaron para ello con el apoyo financiero de una sociedad secreta denominada los Erradicadores, heredera de los ideales del infame grupo terrorista que otrora fuera conocido como Black Zero.

Durante los días posteriores a la Gran guerra, fue evidente que no todos estaban conformes con los acuerdos que permitieron la unificación de Krypton bajo una única bandera y una única lengua, sin distinción de clases sociales, étnicas o de credo. Una facción de renegados extremistas que no estaba dispuesta a permitir que su sangre “pura” se mezclara con la de aquellos a quienes consideraban menos dignos se organizó bajo el nombre de Black Zero y arremetió contra el naciente gobierno, cometiendo atentados y ataques terroristas con el propósito final de dividir nuevamente la sociedad en castas, donde aquellas razas inferiores sirvieran a los intereses de las otras. Van-L y un puñado de kryptonianos valientes organizaron lo que luego serían las Fuerzas Militares de Krypton y durante años, frustraron con relativo éxito las acciones de Black Zero.

Comprendiendo que militarmente no conseguirían la victoria, los líderes de Black Zero optaron por una estrategia diferente. Lentamente y en el transcurso de varias generaciones, fueron infiltrándose en las altas esferas políticas de Krypton, hasta conseguir permear la integridad del Consejo mismo, siendo Al-Cen uno de sus más activos miembros. Si bien esta sociedad secreta planeaba forzar políticamente la separación de la sociedad en castas y regresar a los “impuros” al fondo de la escala social, vieron en la futura destrucción de Krypton un medio mucho más radical para librarse definitivamente de ellos, al excluirlos de sus planes para la fundación de un Nuevo Krypton en otro planeta.

“Hasta ahora no hemos tenido éxito sintetizando la vacuna y sin eso, la muerte verde será todo lo que nos espere si evacuamos el planeta”, afirmó uno de los Erradicadores durante una de sus sesiones secretas, celebrada luego que Jor-El expusiera su teoría al Consejo.

“¿Deberíamos informar a Mannek y sus científicos sobre estos nuevos acontecimientos para que aceleren la investigación?”, preguntó al resto de la Asamblea.

“No creo oportuno que lo sepan, podrían entrar en pánico y el resultado sería contraproducente”, respondió otro. Y seguidamente sugirió: “Seguramente Jor-El ha encontrado una forma alternativa de evacuación, si pudiéramos reclutarlo…”

“Si ha hecho tal descubrimiento, no lo ha revelado aún al Consejo”, respondió Al-Cen prontamente. “Jor-El proviene de una Casa muy tradicional, que ha seguido los principios trazados por su ancestro Van-L. Hace años tuvimos que minar la credibilidad de su padre Seg-El cuando su reclutamiento falló y por poco nos descubre”, dijo con cierto desdén en su tono de voz. “Estoy seguro que Jor-El nunca aceptaría unirse y aunque quisiéramos, tampoco podríamos aceptarlo. Su esposa proviene de una ascendencia impura y por tanto, él y sus hijos ya no deben considerarse como dignos”.

“No nos queda otro camino que reclutar a Non o a Vond-Ah”, propuso finalmente el primer Erradicador y su moción fue unánimemente aceptada por los demás.

Al-Cen fue comisionado con esa tarea y tuvo un éxito moderado. Ya desde hace algún tiempo había iniciado conversaciones para convertir a la Concejal a su causa, de forma que su reclutamiento se dio sin tropiezos. Aunque el testimonio en contra de Vond-Ah era suficiente para que el Consejo rechazara la propuesta de Jor-El, Al-Cen quiso asegurarse que los dos auditores dieran un voto negativo y en su afán, fue torpe en su acercamiento a Non. El científico no solamente se rehusó a unírseles, sino que comenzó a advertir a la población sobre el inminente final de su mundo, previendo que la integridad del Consejo estuviera comprometida y que esta información no llegara nunca a oídos del pueblo. Non solicitó también audiencia con el General Zod para denunciar las acciones de Al-Cen y exponer la posibilidad que muchos otros estuvieran conspirando, pero antes de su reunión fue arrestado por el Consejo y en un juicio relámpago, Al-Cen y los suyos consiguieron que fuera encontrado culpable y se le aplicara la lobotomía como castigo. Quizás el último pensamiento coherente de Non fuera el de “advertir al General”, lo que explicaría el porqué de su devoción a él durante la revuelta que este iniciara poco después.

Ahora, con la declaración juramentada de Jor-El de no difundir sus hallazgos al resto de la población, los Erradicadores tenían el camino libre para triunfar donde Black Zero había fracasado.

“Con la vacuna podremos fundar un nuevo Krypton libre de la suciedad que durante generaciones ha degradado esta civilización”, expresó Al-Cen, abiertamente emocionado. “Finalmente haremos honor a nuestro nombre y erradicaremos a aquellos que no son dignos de llamarse a sí mismos kryptonianos”.

“Como debe ser”, puntualizó Vond-Ah con una amplia sonrisa. “Todos los que no sean dignos deberán morir junto con este planeta”.

A muchos kilómetros de distancia, en un complejo de laboratorios ubicado en las cercanías de Argo, Mannek recibe en su despacho noticias poco alentadoras de una de sus jefes de pruebas.

“¿Son concluyentes los resultados?”, preguntó.

“Eso me temo”, respondió la mujer que le diera las malas nuevas. “Aunque el prospecto de la vacuna era prometedor, es todavía inefectiva. Las células que enviamos en la prueba al espacio están completamente muertas”.

“¡Maldición!”, exclamó Mannek. “Tendremos que empezar de nuevo. Reiniciemos el proceso lo antes posible”.

La mujer se retiró del despacho rápidamente, presta a cumplir con lo ordenado. Una vez a solas, Mannek activó su sistema de comunicación usando los cristales incrustados en su mesa de escritorio. Era consciente que esta noticia podría hacer que sus patrocinadores perdieran la confianza y retiraran su apoyo, condenando así el futuro de una investigación que le había tomado toda su vida, convirtiéndose en su obsesión. Titubeó y luego abortó la llamada.

“Que Al-Cen espere”, pensó. “Estoy seguro que en tres semanas tendré mejores noticias que dar. A fin de cuentas, no es que el mundo vaya a terminarse por esperar unos días”.

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Comentarios

  1. Hola de nuevo! Este es el primero de varios capítulos referidos como ADICIONAL, que contienen solamente escenas que no están incluidas en la película original, pero que intentan aportan sustancia y contexto a otras varias escenas. Disfruten la lectura!

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