Una voz de aliento
"¡Debemos volver para ayudarles!", llamó Clark con urgencia.
Martha se mostró renuente ante tal propuesta y la verdad es que para Jonathan tampoco resultaba una idea muy atractiva. No era sólo porque todavía se sentía convaleciente, se trataba de personas con habilidades superiores a las de cualquier mortal que conocía, ¿qué podían ellos hacer, como no fuera estorbar? Sin embargo, antes que pudieran debatirlo y sin previo aviso, el pequeño Clark se desmayó. Martha reaccionó de inmediato, lo tomó en sus brazos y entró en la casa. Jonathan los siguió, con algo de esfuerzo. Su corazón había sido reparado y latía de nuevo, pero le tomaría tiempo sanar del todo, si es que alguna vez lo hacía.
En medio del maizal, el hombre volador se retorcía del dolor mientras luchaba por mantener unida cada molécula de su cuerpo. Black Mace tenía una expresión de satisfacción en su rostro. Iba finalmente a hacerse con la victoria sin siquiera usar su mazo.
"¿Nadie te lo dijo? No debes viajar al pasado a una era donde ya existas. Eso te convierte en una aberración temporal que el universo intentará corregir, borrar de plano… y no hay nada que puedas hacer para evitarlo". El hombre replicó con apenas un susurro, pronunciando unas cuantas palabras que Black Mace no pudo comprender. "Lo siento, no puedo escucharte. ¿Podrías hablar más fuerte?", contestó con mofa.
"Dice que valía la pena el riesgo", escuchó decir a la mujer que estaba de pie frente a él. Imra tenía un hilo delgado de sangre saliendo de su nariz, una manifestación del esfuerzo que debió realizar para resistir con sus poderes mentales el abuso físico al que fue sometida momentos antes. Se limpió aquella sangre con la manga de su uniforme, dejando ver un objeto metálico que sostenía en la mano. Black Mace reconoció la diadema y no ocultó su horror cuando la escuchó hablar de nuevo, sin mover los labios. "¿Perdiste algo?"
Con un esfuerzo menor al necesario para pestañear o espantar un mosquito, Imra golpeó síquicamente a Black Mace, induciéndole un coma que lo hizo caer pesadamente a tierra. En palabras del propio Mace, lo apagó.
Sin perder tiempo, Imra envió un comando mental a su anillo de la Legión, que transmitió a su vez una señal electrónica a un receptor parqueado en medio del campo, fuera de la vista de cualquiera. En respuesta, la capsula de tiempo en que viajaron vino a ellos. Usando su telequinesis, ya que no cabía lugar a dudas que de intentarlo usando su fuerza física le sería imposible, levantó el cuerpo de su amigo y lo depósito con cuidado dentro de la capsula. Acto seguido entró y salió. La puerta de la capsula del tiempo se cerró y sin más, desapareció.
Con ayuda de su anillo, Imra voló hasta el granero usando su telequinesis para llevar consigo el cuerpo inconsciente de Black Mace. No vio a los Kent, parecía que estaban ocupados dentro en la casa. Aprovecho para dejar a Black Mace dentro de la capsula y comenzar a programar la computadora de abordo para regresar a su propia era. Cuando todo estuvo listo para partir, una voz la llamó. Ella salió de la capsula. Era Martha.
"¿Qué va a ser de él? ¿Qué va a ser de Clark?", le preguntó la preocupada madre.
Imra era madre de dos pequeños y podía entender su angustia. Bajó a su lado, la tomó de las manos y le respondió usando su propia voz y no su telepatía, para no alterarla más de lo que ya estaba.
"Un día, todos seremos mejores gracias a su ejemplo, fruto del amor y educación que sus padres le dieron". Aunque a la fecha no había ocurrido, ella se había encontrado con Martha antes, a una edad donde no alcanzaba a comprender ciertas cosas como ahora lo hacía. Por eso, la abrazó y con lagrimas en los ojos, dijo: "Muchas gracias".
Luego, se apartó y entró en la capsula para desaparecer junto con ella.
Martha se quedó a solas en el granero, agradecida por las palabras de aquella mujer. Antes de regresar a la casa, donde Jonathan y un recién reanimado Clark la esperaban, miró a su alrededor, al desorden y destrucción que allí quedaba. Habría mucho que hacer en la mañana, especialmente en lo concerniente al cuarto oculto del piso, donde estaba aquello. Se acercó y contempló de nuevo esa especie de cohete espacial donde una tarde, ocho años atrás, habían encontrado al pequeño Clark. Ahí confirmó que sus ojos no le habían engañado antes, cuando creyó reconocer a aquel hombre volador. Precisamente allí, en ese cohete, estaba la prueba. Grabado en su parte frontal, resaltaba un escudo pentagonal con algo que podría describirse como una "S" estilizada. Era el mismo escudo que llevaba como insignia en su pecho aquel misterioso hombre volador.
"¡Debemos volver para ayudarles!", llamó Clark con urgencia.
Martha se mostró renuente ante tal propuesta y la verdad es que para Jonathan tampoco resultaba una idea muy atractiva. No era sólo porque todavía se sentía convaleciente, se trataba de personas con habilidades superiores a las de cualquier mortal que conocía, ¿qué podían ellos hacer, como no fuera estorbar? Sin embargo, antes que pudieran debatirlo y sin previo aviso, el pequeño Clark se desmayó. Martha reaccionó de inmediato, lo tomó en sus brazos y entró en la casa. Jonathan los siguió, con algo de esfuerzo. Su corazón había sido reparado y latía de nuevo, pero le tomaría tiempo sanar del todo, si es que alguna vez lo hacía.
En medio del maizal, el hombre volador se retorcía del dolor mientras luchaba por mantener unida cada molécula de su cuerpo. Black Mace tenía una expresión de satisfacción en su rostro. Iba finalmente a hacerse con la victoria sin siquiera usar su mazo.
"¿Nadie te lo dijo? No debes viajar al pasado a una era donde ya existas. Eso te convierte en una aberración temporal que el universo intentará corregir, borrar de plano… y no hay nada que puedas hacer para evitarlo". El hombre replicó con apenas un susurro, pronunciando unas cuantas palabras que Black Mace no pudo comprender. "Lo siento, no puedo escucharte. ¿Podrías hablar más fuerte?", contestó con mofa.
"Dice que valía la pena el riesgo", escuchó decir a la mujer que estaba de pie frente a él. Imra tenía un hilo delgado de sangre saliendo de su nariz, una manifestación del esfuerzo que debió realizar para resistir con sus poderes mentales el abuso físico al que fue sometida momentos antes. Se limpió aquella sangre con la manga de su uniforme, dejando ver un objeto metálico que sostenía en la mano. Black Mace reconoció la diadema y no ocultó su horror cuando la escuchó hablar de nuevo, sin mover los labios. "¿Perdiste algo?"
Con un esfuerzo menor al necesario para pestañear o espantar un mosquito, Imra golpeó síquicamente a Black Mace, induciéndole un coma que lo hizo caer pesadamente a tierra. En palabras del propio Mace, lo apagó.
Sin perder tiempo, Imra envió un comando mental a su anillo de la Legión, que transmitió a su vez una señal electrónica a un receptor parqueado en medio del campo, fuera de la vista de cualquiera. En respuesta, la capsula de tiempo en que viajaron vino a ellos. Usando su telequinesis, ya que no cabía lugar a dudas que de intentarlo usando su fuerza física le sería imposible, levantó el cuerpo de su amigo y lo depósito con cuidado dentro de la capsula. Acto seguido entró y salió. La puerta de la capsula del tiempo se cerró y sin más, desapareció.
Con ayuda de su anillo, Imra voló hasta el granero usando su telequinesis para llevar consigo el cuerpo inconsciente de Black Mace. No vio a los Kent, parecía que estaban ocupados dentro en la casa. Aprovecho para dejar a Black Mace dentro de la capsula y comenzar a programar la computadora de abordo para regresar a su propia era. Cuando todo estuvo listo para partir, una voz la llamó. Ella salió de la capsula. Era Martha.
"¿Qué va a ser de él? ¿Qué va a ser de Clark?", le preguntó la preocupada madre.
Imra era madre de dos pequeños y podía entender su angustia. Bajó a su lado, la tomó de las manos y le respondió usando su propia voz y no su telepatía, para no alterarla más de lo que ya estaba.
"Un día, todos seremos mejores gracias a su ejemplo, fruto del amor y educación que sus padres le dieron". Aunque a la fecha no había ocurrido, ella se había encontrado con Martha antes, a una edad donde no alcanzaba a comprender ciertas cosas como ahora lo hacía. Por eso, la abrazó y con lagrimas en los ojos, dijo: "Muchas gracias".
Luego, se apartó y entró en la capsula para desaparecer junto con ella.
Martha se quedó a solas en el granero, agradecida por las palabras de aquella mujer. Antes de regresar a la casa, donde Jonathan y un recién reanimado Clark la esperaban, miró a su alrededor, al desorden y destrucción que allí quedaba. Habría mucho que hacer en la mañana, especialmente en lo concerniente al cuarto oculto del piso, donde estaba aquello. Se acercó y contempló de nuevo esa especie de cohete espacial donde una tarde, ocho años atrás, habían encontrado al pequeño Clark. Ahí confirmó que sus ojos no le habían engañado antes, cuando creyó reconocer a aquel hombre volador. Precisamente allí, en ese cohete, estaba la prueba. Grabado en su parte frontal, resaltaba un escudo pentagonal con algo que podría describirse como una "S" estilizada. Era el mismo escudo que llevaba como insignia en su pecho aquel misterioso hombre volador.
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