El hombre volador
Cuando el polvo se disipó, Black Mace no disimuló su decepción al no encontrar los cuerpos del niño y su padre. Miró a un lado y otro buscándolos pero aparte del terreno baldío alrededor y los maizales más allá del cráter del que era responsable, no vio ninguna otra forma de vida. De pronto, un zumbido en la diadema que usaba le hizo mirar hacia arriba. Allí descubrió la figura de una mujer que descendía del cielo nocturno. Imra aterrizó a una distancia prudente del mercenario.
"Saturn Woman… que desagradable sorpresa", reparó con disgusto Black Mace. La mujer lo miró durante un momento confundida. "Si tienes algo que decir, tendrás que poner en uso las cuerdas vocales en tu garganta, mujer. Esta diadema me evita que puedas proyectar tus pensamientos en mi cabeza o que puedas apagarme como otras veces".
"Tendrá que ser de la forma difícil, entonces", murmuró Imra, con voz apenas audible.
El viento frio golpeando a gran velocidad en su rostro reanimó al pequeño Clark. Lo último que recordaba era al gigante saltando sobre él y su padre y luego, nada. No entendía por qué se había desvanecido durante algunos segundos. No podía saber que era porque había sido movido a gran velocidad por una fuerza superior y que fue la brusquedad del movimiento sumado a la falta de oxigeno, la que le hizo desmayarse. Ahora despertaba desorientado y veía bajo sus pies los maizales pasar velozmente. Su mente infantil imaginó que estaba muerto y que su alma incorpórea volaba sobre los cultivos de Smallville de camino al cielo. Sin embargo, no se sentía muerto del todo pero algo si era cierto en toda esa fantasía, ¡volaba sobre las plantaciones de su familia! ¿Cómo era eso posible? Cada vez más despejado y despierto, sintió un fuerte brazo que lo sujetaba. Miró a su izquierda y vio a su padre todavía inconsciente, agarrado por la cintura de la misma forma que él. Trató de mover su cabeza para ver a quién pertenecían esos brazos, pero aquel brazo era macizo, fuerte y lo sujetaba de forma tal que su cabeza pudo subir sólo lo suficiente para que sus ojos se posaran en un escudo pentagonal que adornaba el pecho de aquel hombre volador. Su padre comenzó a reaccionar y al descubrirse volando por los aires, entró en pánico.
"Tranquilos", dijo una voz que proyectaba autoridad y confianza. "Ya estamos cerca de la casa, allí estarán a salvo".
Efectivamente, frente a ellos o mejor, debajo, las luces de la casa se fueron haciendo cada vez mas grandes. Suavemente, aquel hombre aterrizó frente al porche de la entrada principal, donde Martha los observaba con la boca abierta. Con cuidado, dejó a cada uno en tierra.
"¿Qué significa esto?", preguntó Jonathan alterado, histérico. Sus vidas habían sido amenazadas por un extraño y tenía derecho a saber por qué. Sujetó al hombre volador por la capa que llevaba cosida al cuello de su uniforme. Empinándose para quedar a su misma altura, demandó a gritos una explicación.
A varios metros de ellos, Imra ataca con descargas de energía síquica a Black Mace, pero él está preparado. Un comando en su mazo hace que en la cabeza del mismo crezcan púas cargadas de energía iónica con las que contrarresta las descargas síquicas. Mientras considera una estrategia diferente, Imra comienza a elevarse de nuevo usando la tecnología de vuelo oculta en su anillo de la Legón y ponerse así fuera del alcance de los golpes de Black Mace, quien reacciona arrojándole su mazo electrificado cuál si fuera un misil teledirigido. Imra lo subestima, confiada en poder contenerlo usando su telequinesis. Por desgracia, la energía iónica que lo alimenta crea un campo de energía a su alrededor que lo hace virtualmente inmune a su poder. El brutal impacto la arroja al suelo, dejándola atontada el tiempo suficiente para permitir a su adversario recuperar su arma y tomar posición junto a ella. Una vez más, el mercenario levanta su mazo, dispuesto a asestar un golpe mortal. Si no iba a llevarse el premio mayor, estaría más que satisfecho con este premio de consolación.
En la casa, tan repentinamente como saltó para sujetarlo, Jonathan soltó al hombre volador. La furia de hace un momento cedió cuando lo tuvo tan cerca que pudo verse reflejado en la pupila de sus ojos azules, mismos que, para su sorpresa, descubrió que conocía bastante bien. Fue entonces que su vista se nubló y sus rodillas se doblaron. El granjero sintió una punzada fuerte, dolorosa en su pecho y se desplomó. Finalmente, tal como venía anunciándoselo de a poco desde hace mucho y con particular intensidad en las últimas horas, tantas emociones fuertes hicieron mella en su enfermo corazón y este no pudo más.
Cuando el polvo se disipó, Black Mace no disimuló su decepción al no encontrar los cuerpos del niño y su padre. Miró a un lado y otro buscándolos pero aparte del terreno baldío alrededor y los maizales más allá del cráter del que era responsable, no vio ninguna otra forma de vida. De pronto, un zumbido en la diadema que usaba le hizo mirar hacia arriba. Allí descubrió la figura de una mujer que descendía del cielo nocturno. Imra aterrizó a una distancia prudente del mercenario.
"Saturn Woman… que desagradable sorpresa", reparó con disgusto Black Mace. La mujer lo miró durante un momento confundida. "Si tienes algo que decir, tendrás que poner en uso las cuerdas vocales en tu garganta, mujer. Esta diadema me evita que puedas proyectar tus pensamientos en mi cabeza o que puedas apagarme como otras veces".
"Tendrá que ser de la forma difícil, entonces", murmuró Imra, con voz apenas audible.
El viento frio golpeando a gran velocidad en su rostro reanimó al pequeño Clark. Lo último que recordaba era al gigante saltando sobre él y su padre y luego, nada. No entendía por qué se había desvanecido durante algunos segundos. No podía saber que era porque había sido movido a gran velocidad por una fuerza superior y que fue la brusquedad del movimiento sumado a la falta de oxigeno, la que le hizo desmayarse. Ahora despertaba desorientado y veía bajo sus pies los maizales pasar velozmente. Su mente infantil imaginó que estaba muerto y que su alma incorpórea volaba sobre los cultivos de Smallville de camino al cielo. Sin embargo, no se sentía muerto del todo pero algo si era cierto en toda esa fantasía, ¡volaba sobre las plantaciones de su familia! ¿Cómo era eso posible? Cada vez más despejado y despierto, sintió un fuerte brazo que lo sujetaba. Miró a su izquierda y vio a su padre todavía inconsciente, agarrado por la cintura de la misma forma que él. Trató de mover su cabeza para ver a quién pertenecían esos brazos, pero aquel brazo era macizo, fuerte y lo sujetaba de forma tal que su cabeza pudo subir sólo lo suficiente para que sus ojos se posaran en un escudo pentagonal que adornaba el pecho de aquel hombre volador. Su padre comenzó a reaccionar y al descubrirse volando por los aires, entró en pánico.
"Tranquilos", dijo una voz que proyectaba autoridad y confianza. "Ya estamos cerca de la casa, allí estarán a salvo".
Efectivamente, frente a ellos o mejor, debajo, las luces de la casa se fueron haciendo cada vez mas grandes. Suavemente, aquel hombre aterrizó frente al porche de la entrada principal, donde Martha los observaba con la boca abierta. Con cuidado, dejó a cada uno en tierra.
"¿Qué significa esto?", preguntó Jonathan alterado, histérico. Sus vidas habían sido amenazadas por un extraño y tenía derecho a saber por qué. Sujetó al hombre volador por la capa que llevaba cosida al cuello de su uniforme. Empinándose para quedar a su misma altura, demandó a gritos una explicación.
A varios metros de ellos, Imra ataca con descargas de energía síquica a Black Mace, pero él está preparado. Un comando en su mazo hace que en la cabeza del mismo crezcan púas cargadas de energía iónica con las que contrarresta las descargas síquicas. Mientras considera una estrategia diferente, Imra comienza a elevarse de nuevo usando la tecnología de vuelo oculta en su anillo de la Legón y ponerse así fuera del alcance de los golpes de Black Mace, quien reacciona arrojándole su mazo electrificado cuál si fuera un misil teledirigido. Imra lo subestima, confiada en poder contenerlo usando su telequinesis. Por desgracia, la energía iónica que lo alimenta crea un campo de energía a su alrededor que lo hace virtualmente inmune a su poder. El brutal impacto la arroja al suelo, dejándola atontada el tiempo suficiente para permitir a su adversario recuperar su arma y tomar posición junto a ella. Una vez más, el mercenario levanta su mazo, dispuesto a asestar un golpe mortal. Si no iba a llevarse el premio mayor, estaría más que satisfecho con este premio de consolación.
En la casa, tan repentinamente como saltó para sujetarlo, Jonathan soltó al hombre volador. La furia de hace un momento cedió cuando lo tuvo tan cerca que pudo verse reflejado en la pupila de sus ojos azules, mismos que, para su sorpresa, descubrió que conocía bastante bien. Fue entonces que su vista se nubló y sus rodillas se doblaron. El granjero sintió una punzada fuerte, dolorosa en su pecho y se desplomó. Finalmente, tal como venía anunciándoselo de a poco desde hace mucho y con particular intensidad en las últimas horas, tantas emociones fuertes hicieron mella en su enfermo corazón y este no pudo más.
Capítulo siguiente: Hombre caído
Capítulo anterior: A que te cojo ratón
Amigo lector, bienvenido de nuevo. Esta vez debo reconocer que describí de forma incorrecta al villano de esta historia y tuve que reescribir algunos apartes de los capítulos 7 al 10, aunque nada crítico que afecte el desarrollo de la historia, que en este capítulo alcanza su mayor climax.
ResponderEliminarSigue en sintonía, nos vemos dentro de ocho días, ya en la recta final de este viaje.