Interludio en el mañana
El novato alcanzó al sargento al doblar el corredor. Las alarmas que resonaban por toda la instalación anunciando problemas, callaron repentinamente. El silencio que invadió el lugar resultaba todavía más dramático, especialmente al verse interrumpido por el ruido de sus botas al golpear el piso metálico en su agitada carrera.
"Vaya forma de comenzar tu primer día con la Policía Científica, novato", comentó el sargento al percatarse de la compañía. "La alarma vino de allí", dijo señalando el laboratorio al final del pasillo, cuyas puertas habían sido arrancadas de tajo. "Prepárate, quienquiera haya tenido el valor para entrar por la fuerza aquí significa sólo una cosa: ¡problemas!".
Los dos oficiales de seguridad se apostaron a lado y lado de la entrada. A una señal del sargento, el novato cargó su arma y entró al laboratorio. Sabiéndose cubierto por el sargento, el novato avanzó en zigzag por el lugar, acercándose rápidamente a la mujer en uniforme rosa y blanco que se encontraba de rodillas al lado del cuerpo de un hombre aparentemente inconsciente.
"¡No se mueva!", le gritó a la vez que le apuntaba a la cabeza, nervioso.
"Baje el arma, novato", le comandó el sargento, sujetándole el arma y alejándola de la cabeza de la mujer. "Esa no es forma de dirigirse a una Legionaria".
"Mis disculpas, no la reconocí…" balbuceó el novato avergonzado.
La mujer se puso de pie y avanzó hacia un panel de monitores y computadoras frente a ellos. Presionó algunos botones en los teclados allí dispuestos y en respuesta, los monitores comenzaron a desplegar información. Por su parte, el sargento se inclinó para atender al hombre caído, al que inmediatamente reconoció como otro de los Legionarios. Indicó al novato que solicitara una unidad médica de urgencia y mientras él se encargaba de cumplir la orden usando el radio comunicador atado a su muñeca izquierda, el sargento se acercó a la mujer y preguntó: "¿Qué ha ocurrido aquí?"
"Eso mismo quisiera saber", respondió ella. "Escuché la alarma y vine tan pronto pude. Al llegar encontré a Garth en el piso, inconsciente. No parece estar malherido pero estará fuera de comisión por un tiempo". En ese momento, en la pantalla más grande del panel comenzó a reproducirse un video, recientemente grabado según la fecha reportada en la esquina inferior izquierda. "Lo que haya sido, parece que vamos a descubrirlo…"
El video mostraba a un hombre en traje negro usando ese mismo panel de comandos. Una esfera plateada aparece en pantalla colgada de un gancho que la transporta desde un punto no determinado. El hombre se acerca a la esfera, sobre la que se dibuja una puerta de entrada sobre lo que antes parecía ser una superficie maciza. Antes que pueda entrar, una descarga eléctrica estalla sobre la esfera haciendo que el hombre gire sobre si mismo para quedar de cara a Garth, quien aparece en pantalla. Intercambian algunas palabras pero misteriosamente, el video no captura más que estática. De la nada, un gran mazo metálico se materializa en las manos del gigante de negro, quien lo levanta de forma amenazante pero antes que los dos puedan trabar pelea, una descarga de origen desconocido golpea al Legionario por la espalda, dejándolo inconsciente en el piso, en el mismo lugar donde lo encontraron. El hombre le habla a alguien que no ha quedado grabado en cámara, entra en la esfera y se desvanece en el aire. El reproductor es puesto en pausa y la imagen del video se congela.
"Reconozco a ese hombre", dijo la mujer introduciendo nuevos comandos por teclado. En la pantalla apareció el perfil del sujeto en cuestión: Mick Yardreigh, mercenario a sueldo identificado por el alias de Black Mace, quien en el pasado había tenido varios encuentros con la Legión y cuya última entrada en el perfil indicaba que se encontraba pagando condena el planeta prisión Takron Galtos. “Supongo que habrán olvidado cambiar su estado a prófugo”, comentó de forma sarcástica.
Presionó una nueva serie de comandos en el teclado. En una de las pantallas apareció la confirmación de que la esfera robada realizó un salto temporal al pasado y tras unos tecleos más, una segunda esfera emergió de la bodega situada al fondo del laboratorio. La esfera se estacionó a unos pasos y tal como en el video, una puerta apareció en ella.
"¿No estará pensando en seguirlo sola? Escúcheme Imra, lo prudente en este caso es esperar a otros Legionarios, organizar un equipo", aconsejó el sargento intentando persuadirla de no ir en persecución del mercenario.
"El registro indica que Black Mace ha viajado al pasado, a los últimos años del siglo 20 y a menos que esta situación vuelva a repetirse, ha de haber saltado al día del que él me advirtió", replicó ella con determinación, sus labios no se movieron al hacerlo.
El sargento consideró prudente no interponerse. La observó entrar en la esfera y desaparecer un instante después. Sus palabras de despedida resonaron en su cabeza por largo rato: "Vea que mi esposo reciba la atención médica apropiada y no se preocupe por mi, no iré sola".
El novato alcanzó al sargento al doblar el corredor. Las alarmas que resonaban por toda la instalación anunciando problemas, callaron repentinamente. El silencio que invadió el lugar resultaba todavía más dramático, especialmente al verse interrumpido por el ruido de sus botas al golpear el piso metálico en su agitada carrera.
"Vaya forma de comenzar tu primer día con la Policía Científica, novato", comentó el sargento al percatarse de la compañía. "La alarma vino de allí", dijo señalando el laboratorio al final del pasillo, cuyas puertas habían sido arrancadas de tajo. "Prepárate, quienquiera haya tenido el valor para entrar por la fuerza aquí significa sólo una cosa: ¡problemas!".
Los dos oficiales de seguridad se apostaron a lado y lado de la entrada. A una señal del sargento, el novato cargó su arma y entró al laboratorio. Sabiéndose cubierto por el sargento, el novato avanzó en zigzag por el lugar, acercándose rápidamente a la mujer en uniforme rosa y blanco que se encontraba de rodillas al lado del cuerpo de un hombre aparentemente inconsciente.
"¡No se mueva!", le gritó a la vez que le apuntaba a la cabeza, nervioso.
"Baje el arma, novato", le comandó el sargento, sujetándole el arma y alejándola de la cabeza de la mujer. "Esa no es forma de dirigirse a una Legionaria".
"Mis disculpas, no la reconocí…" balbuceó el novato avergonzado.
La mujer se puso de pie y avanzó hacia un panel de monitores y computadoras frente a ellos. Presionó algunos botones en los teclados allí dispuestos y en respuesta, los monitores comenzaron a desplegar información. Por su parte, el sargento se inclinó para atender al hombre caído, al que inmediatamente reconoció como otro de los Legionarios. Indicó al novato que solicitara una unidad médica de urgencia y mientras él se encargaba de cumplir la orden usando el radio comunicador atado a su muñeca izquierda, el sargento se acercó a la mujer y preguntó: "¿Qué ha ocurrido aquí?"
"Eso mismo quisiera saber", respondió ella. "Escuché la alarma y vine tan pronto pude. Al llegar encontré a Garth en el piso, inconsciente. No parece estar malherido pero estará fuera de comisión por un tiempo". En ese momento, en la pantalla más grande del panel comenzó a reproducirse un video, recientemente grabado según la fecha reportada en la esquina inferior izquierda. "Lo que haya sido, parece que vamos a descubrirlo…"
El video mostraba a un hombre en traje negro usando ese mismo panel de comandos. Una esfera plateada aparece en pantalla colgada de un gancho que la transporta desde un punto no determinado. El hombre se acerca a la esfera, sobre la que se dibuja una puerta de entrada sobre lo que antes parecía ser una superficie maciza. Antes que pueda entrar, una descarga eléctrica estalla sobre la esfera haciendo que el hombre gire sobre si mismo para quedar de cara a Garth, quien aparece en pantalla. Intercambian algunas palabras pero misteriosamente, el video no captura más que estática. De la nada, un gran mazo metálico se materializa en las manos del gigante de negro, quien lo levanta de forma amenazante pero antes que los dos puedan trabar pelea, una descarga de origen desconocido golpea al Legionario por la espalda, dejándolo inconsciente en el piso, en el mismo lugar donde lo encontraron. El hombre le habla a alguien que no ha quedado grabado en cámara, entra en la esfera y se desvanece en el aire. El reproductor es puesto en pausa y la imagen del video se congela.
"Reconozco a ese hombre", dijo la mujer introduciendo nuevos comandos por teclado. En la pantalla apareció el perfil del sujeto en cuestión: Mick Yardreigh, mercenario a sueldo identificado por el alias de Black Mace, quien en el pasado había tenido varios encuentros con la Legión y cuya última entrada en el perfil indicaba que se encontraba pagando condena el planeta prisión Takron Galtos. “Supongo que habrán olvidado cambiar su estado a prófugo”, comentó de forma sarcástica.
Presionó una nueva serie de comandos en el teclado. En una de las pantallas apareció la confirmación de que la esfera robada realizó un salto temporal al pasado y tras unos tecleos más, una segunda esfera emergió de la bodega situada al fondo del laboratorio. La esfera se estacionó a unos pasos y tal como en el video, una puerta apareció en ella.
"¿No estará pensando en seguirlo sola? Escúcheme Imra, lo prudente en este caso es esperar a otros Legionarios, organizar un equipo", aconsejó el sargento intentando persuadirla de no ir en persecución del mercenario.
"El registro indica que Black Mace ha viajado al pasado, a los últimos años del siglo 20 y a menos que esta situación vuelva a repetirse, ha de haber saltado al día del que él me advirtió", replicó ella con determinación, sus labios no se movieron al hacerlo.
El sargento consideró prudente no interponerse. La observó entrar en la esfera y desaparecer un instante después. Sus palabras de despedida resonaron en su cabeza por largo rato: "Vea que mi esposo reciba la atención médica apropiada y no se preocupe por mi, no iré sola".
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Capítulo anterior: Sin palabras
Esta pequeña pausa en el mañana nos revela el origen del hombre que encuentra Clark en el granero. Cómo quisieramos a veces tener una de estas esferas para viajar en el tiempo, ¿verdad? Me pregunto si alguien con acceso a tal tecnología no intentariía cambiar algo de su propio pasado, resultaría muy tentador.
ResponderEliminarNos vemos la próxima semana, cuando retomaremos la historia en Smallville. Hasta entonces!