La apertura tiene una marcada influencia de la Marcha Funebre de Chopin, interpretada con acordes modernos que recuerdan la Marcha Imperial de Williams. Luego, unos segundos después de iniciada, termina abruptamente para dar paso a una melodía relajada. Al poco, comienza la letra…
El sol asoma por el horizonte,
iluminando este campo frente a mi.
Pronto en una tumba enorme se convertirá,
donde muchos como yo,
los días vamos a terminar.
A lado y lado de este enorme terraplén,
dos bandos adversarios esperamos sin saber.
Las razones por las que estamos hoy aquí,
se han perdido en el fondo de una cazuela
que la historia nunca sabrá como se pudo cocinar.
El desayuno pronto estará servido,
con una ráfaga de mantequilla y pólvora
que será tan solo el preludio,
de lo que más adelante el chef de la muerte traerá.
De mediasnueve la sed podrán saciar,
con un poco de sangre tibia que por las heridas brotará.
Más guarden espacio al plato fuerte
que a mediodía las explosiones adobarán,
con fragmentos de esquirlas y partes de cuerpos
que ya más nunca un todo serán.
Y si es que alguno queda en pie,
para cuando el sol se retire a descansar,
entonces que la cena venga con las gracias
de tener vida y un plato para poder saborear.
Porque si acaso en este desabrido compartir
de muerte y sangre alguno pudo sobrevivir,
que se alimente y descanse bien si puede,
que mañana el menú habrá de repetir.
Al final la música va apagándose hasta quedar casi en silencio. Al fondo, muy suave, se escucha una corneta interpretando un Toque de Silencio mientras una voz cálida y suave interpreta con respeto la primera estrofa de la letra que, de acuerdo a la leyenda, el hijo del Capitán Robert Elly escribió.
El día ha terminado.
Se fue el sol de los lagos, las colinas, de los cielos.
Todo está bien.
Descansa protegido, Dios está cerca.
Y así termina. Punto final, silencio total.
Guarda la libreta en su bolsillo, sorprendido por esa subita inspiración. Se asegura de abotonarlo para que en el agite no se salga, quizás al volver pueda interpretarla algún cantante de renombre que pueda transmitir su desesperanza. Algunos dirán que es un pensamiento inútil en una situación como la actual, pero que más queda sino soñar con ese mañana que quizás nunca va a llegar.
Se acomoda el uniforme, toma su fusil y contempla el cielo. El sol está asomando por el horizonte, iluminando el campo frente a su trinchera. Deja escapar un profundo “Que Dios nos ampare” y salta al frente. Uno entre muchos soldados en una guerra que nadie puede entender.
Reto original publicado en https://www.youtube.com/watch?v=FBq_0GrDvfw
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