El Congreso de la Confederación ha aprobado en su plenaria del pasado 11 de octubre la Ley “Antígonas Fruco”, por la cuál se decreta la pena de muerte a aquellas personas que sean sorprendidas en el consumo de salsas de tomate y ketchup o cátsup. El siguiente es un extracto del ensayo presentado para soportar esta decisión (Proyecto de Ley 11102037, Anexo 57).
Hace dos años fue proclamada por decreto la ley “Legolas Corral” de 2035, que castiga con privación de la libertad el consumo de hamburguesas elaboradas con carne animal, en el marco de protección establecida en la cumbre de Naciones Unidas de 2034, según la cual, “toda criatura viva que exista en nuestro planeta, tiene derecho a desarrollar su ciclo de vida natural sin la intervención terminal del ser humano, especialmente cuando se trate de su sacrificio con la mera intención de satisfacer un antojo pasajero” (Naciones Unidas, Acuerdo Protección de toda Vida, Párrafo 122).
También en 2035, la OMS proclamó una urgencia manifiesta para la inmediata reducción de la población con obesidad extrema, que alcanzó máximos históricos en 2032 y que fue responsable directa e indirectamente, de la muerte del 32% de la población humana en los siguientes tres años. Uno de los detonantes identificados de esta situación fue el consumo excesivo de hamburguesas, que aumentó de una tasa promedio de consumo del 79,5% en 2022 a un alarmante 94% en varios países del bloque Occidental en 2032 (mediciones de la OMS en estudio publicado en mayo de 2034).
Otro antecedente importante lo constituye el denominado cambio Climático, al que se atribuye en buena medida la catástrofe ocurrida en 2028, cuando se extinguieron más de 200 especies animales y vegetales, según consta en el reporte oficial del evento publicado por la Comisión Trump en 2031. La generación de CO2 presente en la crianza de ganado vacuno y similares, requeridos para la fabricación de estos alimentos, fueron determinantes para la gestación de la mencionada catástrofe, teniendo presente que en promedio una vaca con entre 300 y 500 kilos de peso contamina tanto como la producción de 76 barriles de petroleo crudo (producción que fue suspendida gradualmente por las mismas razones a mediados de 2031).
Pero la intención de frenar el consumo de hamburguesas mediante su penalización en 2035 ha probado ser tan poco efectivo como lo fue la prohibición del consumo de bebidas alcohólicas en Estados Unidos en la década de 1920. Si bien, luego de la promulgación de la ley “Legolas Corral” se presentó una disminución significativa en el consumo, al año siguiente se encontró que las mediciones estaban incorrectas al no considerar la aparición de distribuciones ilegales de este alimento y por ende, de criaderos y mataderos clandestinos, lo que explica el porqué la huella de carbono producida por la presencia de estos animales se ha mantenido estable durante todo este tiempo (Consejo Nacional de Mediciones, publicación de enero de 2037).
Por otra parte, las salsas tipo ketchup o Cátsup, que son salsas agridulces con base de tomate licuado, sal, azúcar y vinagre, han visto un incremento en su consumo, especialmente en la región del Norte, donde se estima una tasa de penetración del 97% en hogares regulares, particularmente en regiones donde se ha comprobado el consumo ilegal de hamburguesas. Estas salsas usadas para aderezar, requieren para su fabricación de aproximadamente tres cuartas partes de la producción Mundial de tomates y se componen de un 33,4% de azúcar, factores ambos que van en detrimento del medio ambiente y de la salud de las personas en todo el mundo (referencias tomadas de Grapham’s Quarterly, verano 2027).
Finalmente, un estudio reciente del Centro Nacional de Estadísticas señala que el 94% de personas preferiría no consumir hamburguesa de origen animal sin este tipo de salsas.
Se determina así que al frenar el consumo de salsas se ayudará a reducir su producción, reduciendo por extensión la demanda de hamburguesas y la crianza de animales para su sacrificio. De esta forma los tres puntos anteriores (protección de la vida, obesidad y cambio climático) verían una mejora en sus indicadores. Sin embargo, debe considerarse una penalización mayor que la mera privación de libertad, que como se estableció antes, no ha servido para reducir el consumo de hamburguesas. Se sugiere la aplicación de un castigo mucho más severo para lograr el fin deseado y cumplir así con los lineamientos acordados en la cumbre de Naciones Unidas.
En conclusión, usando la pena de muerte para reducir el consumo de salsas ketchup o Cátsup,se mejorarán las condiciones actuales de vida para a largo plazo para toda la población de la Tierra.
El resto, como es sabido, es historia. En los primeros meses de entrar en vigor, fueron detenidos y ejecutados cientos de personas. Si bien se presentaron levantamientos y protestas ante la crueldad del castigo, con el tiempo la medida surgió el efecto deseado. Este “éxito” llevó a los legisladores a aplicar la pena de muerte en otras situaciones, como el uso desmedido de redes sociales, el bulling o matoneo ya fuera en escuelas o lugares de trabajo, la infidelidad entre parejas unidas por ley y más recientemente, para castigar la protesta o críticas a los decretos de la Confederación.
Es momento de frenar los abusos de este Régimen y recuperar la libertad. En virtud de la ley de Talión establecida desde tiempos antiguos, ¡pena de muerte para los opresores!
Reto original publicado en https://www.youtube.com/watch?v=pVKmXvhyhQw
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