Ir al contenido principal

Escritubre 2022 con Lorena Amkie

Lorena Amkie es una escritora mexicana que ha publicado varias novelas de literatura fantástica y juvenil. Como ella misma indica, tiene más “de diez libros publicados y más de una década de experiencia en el mundo editorial como correctora, dictaminadora y asesora literaria”. A esta escritora la “conocí” por casualidad un día mientras buscaba qué ver en YouTube y luego de ver un par de sus videos me uní a su canal Lorena Amkie, consejos para escritores (en https://www.youtube.com/c/LorenaAmkie).

Con el tiempo, tuve oportunidad de leer su novela El club de los perdedores y resultó una obra no sólo entretenida sino que además tocó algunas fibras emocionales. La novela cuenta desde una mirada fresca, la problemática del bulling en nuestros adolescentes, muy recomendada.

Para no hacer más largo el cuento, este año por cuarta ocasión consecutiva, Lorena organiza su maratón de escritura o como ella le llama, Escritubre, donde cada día del mes plantea un tema para que cualquiera se anime a participar con un cuento breve.

Y este año haré lo posible por seguirle el ritmo.

Sin más, comencemos…

Comentarios

Entradas populares de este blog

Es cosa del destino

La mañana era fría, gris. Una mañana propia de invierno aun cuando se suponía que era verano. El ambiente invitaba a la melancolía o a la depresión, cualquiera de ellas. La afortunada sería la que primero lo alcanzara, mientras caminaba con paso apurado desde el paradero de bus hasta la oficina. Ese no sería un trayecto largo si se le midiera en línea recta, pero no es esa usualmente la distancia más cercana entre dos puntos, especialmente cuando hay una autopista de múltiples carriles de por medio. Un puente peatonal sobre la autopista resultaba ser la única forma segura de salvar semejante obstáculo, lo que aumentaba considerablemente la distancia a recorrer, tanto por la extensa rampa de acceso, como por la diagonal que trazaba de un extremo al otro. Caminó hacia el puente sin aminorar el paso, el mismo paso acelerado con que atacaba toda distancia que lo separara de su meta de turno. Esa era su rutina de cada día. Este, sin embargo, no sería un día como cualquier otro. El destino s

Escritubre Día 7

Todo por ese pequeño detalle Viernes por la mañana. Andrea estacionó su auto compacto amarillo y bajó para acercarse a la reja enorme que cubría el portal de entrada. A menos que estuviera relacionado con iglesias o salones de recepción, siendo una recién llegada a la ciudad desconocía la historia detrás de muchos de los lugares que pudieran considerarse “icónicos” y este tenía toda la pinta de ser uno de esos. Alta como para rozar las ramas de los árboles sembrados a cada lado y ancha lo suficiente como para permitir el paso de dos vehículos si fuera necesario, servía a su dual propósito de mantener fuera a los indeseados y protegidos a quienes estuvieran dentro. A la derecha, sostenido por un poste de metal, estaba una caja cerrada de donde provino una voz áspera. “¿Qué se le ofrece?”, preguntó. “Soy la planificadora de bodas, la wedding planner . Tengo una cita con…” La reja comenzó a abrirse antes que terminara su presentación. Andrea regresó a su auto y tan pronto cruzó por e

Escritubre Día 8

El cerrajero gruñón que soñaba con saltamontes bailarines Jadeaba sin aliento, sus pies tropezaban con todo a su paso en su desespero por alejarse de la música pero sin importar hacía donde corriera, el estruendo de las gaitas y los tambores parecía rodearlo. Cansado, se acurrucó en el piso suplicando que la noche le sirviera de cobertura. Cerró los ojos y contuvo la respiración hasta no aguantar más. Entonces, tal como ocurriera otras muchas veces, al abrir los ojos estaban allí, a su alrededor, bailando al son de la música que inundaba el claro. Miles y miles de saltamontes se contorsionaban al son de esa música estruendosa. Furioso, se puso de pie y sin cuestionarse de dónde salió, tomó un lanzallamas. Apretó el gatillo y una llamarada brotó de la boca de aquel instrumento de destrucción, chamuscando a unos cuantos cientos de bichos. La música cesó, los saltamontes dejaron de bailar, chillaron al unisono y se le abalanzaron encima, cubriéndolo, mordiendo y sofocándolo hasta... desp