Ir al contenido principal

Estrellas en colisión

Esta es una historia de Fan-Fiction que escribí originalmente por allá en 1996 y que publiqué en la Web bajo el título Huyendo del Imperio, en la ahora extinta geocities.com (pueden googlearlo si quieren ver la versión original, todavía quedan copias por ahí flotando en la Web). Se trata de un homenaje a las que considero las dos mejores series de ficción fantástica y que por entonces estaban de aniversario: se cumplían los 30 años de STAR TREK y los 20 años de STAR WARS.


La historia parte de una sencilla premisa “¿Se han imaginado al Capitán James T. Kirk enfrentando los ejércitos imperiales de Darth Vader?”. Ahora, tantos años después, recupero para ustedes esta historia, con algunas correcciones menores, para recordar aquellos años donde todo era posible con un poco de imaginación.

Mañana publicaré el primer capítulo y en adelante, esperen un capítulo nuevo el miércoles de cada semana. ¡Prepárense para un viaje singular a la velocidad de la luz!

Star Trek es una marca registrada de Paramount Pictures. Star Wars es una marca registrada de Lucasfilm Ltd. Usadas sin permiso y sin ánimo de lucro.

Fotomontaje de David E. Duarte (1996)

Comentarios

Entradas populares de este blog

Escritubre Día 20

¿Y después qué? Relato inspirado en algo del estilo y la temática del cuento Las moscas publicado en 1935 como parte de la colección de cuentos Más allá , autoría de Horacio Quiroga , cuentista, dramaturgo y poeta uruguayo. Cierra los ojos, podría jurar que siente la blusa moverse agitada al ritmo del bum-bum-bum de su corazón. La hora se acerca, lo sabe. La oscuridad la rodea en este pequeño rincón donde reposa mientras espera ese llamado final. ¿Era pánico lo que sentía? Desde los 4 años, cuando se montó por primera vez en unos patines, aprendió a domar a esa bestia llamada miedo, a no congelarse ante los imposibles que encontraba en su camino. Pero esto, esto era algo diferente. Cierra los ojos aún con más fuerza deseando que todo termine ya, que el momento pase y poder finalmente descansar. ¿No era acaso eso todo lo que Hamlet pedía? “Morir, dormir, tal vez soñar”. Soñar… Cuando terminó la universidad tuvo muchas opciones para ejercer su carrera, convertirse en una profesion...

Superman - Capítulo 11

Al encuentro del mañana La vieja camioneta de estacas parqueó frente a la casa de los Kent. El polvo que levantó en su camino desde la entrada a la granja se disipó rápidamente gracias a la fresca brisa que soplaba esa tarde de otoño, en vísperas del inicio de la temporada de invierno. Un hombre mayor con un sombrero adornado con plumas en su cabeza y collares artesanales al cuello bajó del lado del conductor y un niño atribulado de escasos nueve años hizo lo propio del lado del pasajero, con la mirada fija en el suelo a sus pies. “No te preocupes, Naman . Todo va a estar bien”, dijo el hombre mientras acompañaba al niño hasta la casa, donde Jonathan y Martha esperaban. Salieron al portón tan pronto escucharon la camioneta acercarse. Una llamada por teléfono recibida minutos antes les avisó que su hijo iba camino de regreso en compañía del señor Willowbrook, reconocido jefe del resguardo indígena Kawatche y viejo amigo de la familia Kent. “Gracias por traerlo a casa, Joseph”, dij...

Escritubre Día 8

El cerrajero gruñón que soñaba con saltamontes bailarines Jadeaba sin aliento, sus pies tropezaban con todo a su paso en su desespero por alejarse de la música pero sin importar hacía donde corriera, el estruendo de las gaitas y los tambores parecía rodearlo. Cansado, se acurrucó en el piso suplicando que la noche le sirviera de cobertura. Cerró los ojos y contuvo la respiración hasta no aguantar más. Entonces, tal como ocurriera otras muchas veces, al abrir los ojos estaban allí, a su alrededor, bailando al son de la música que inundaba el claro. Miles y miles de saltamontes se contorsionaban al son de esa música estruendosa. Furioso, se puso de pie y sin cuestionarse de dónde salió, tomó un lanzallamas. Apretó el gatillo y una llamarada brotó de la boca de aquel instrumento de destrucción, chamuscando a unos cuantos cientos de bichos. La música cesó, los saltamontes dejaron de bailar, chillaron al unisono y se le abalanzaron encima, cubriéndolo, mordiendo y sofocándolo hasta... desp...